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Acaso nos cruzamos con ellos
Por Jorge Cohen *
Los ataques a la Embajada, una delegación diplomática, y a la AMIA, una
mutual, en la década del 90, son conocidos en nuestro país como "los
atentados".
Sin adjetivos, aclaraciones o parrafadas. "Los atentados". Son
marcas.
Dos acontecimientos históricos extraordinarios que signaron el final del
siglo XX en la Argentina.
Hay otras marcas. Las hay: la impunidad con que se efectuaron los atentados y
la que hubo inmediatamente después. Bien puede decirse que la impunidad y los
ataques se modelaron juntos, como una sola roca, como un monstruo, como un
viento de fuego sobre los ojos de un niño.
Me pregunto, ¿son invisibles quienes planearon la masacre de la Embajada,
quienes la ejecutaron, quienes los protegieron, quienes debieron ser
querellantes y no lo fueron, y quienes debieron investigar y no lo hicieron?
El poeta Daniel Chirom, mi amigo, escribió en su poema "Elías":
"Las puertas de lo invisible,
Son visibles. "
Después de los horrores, de superar las heridas, de procurarme asistencia por
mi propia cuenta, pude levantarme. Dejar atrás los escombros, limpiarme la
sangre y la tierra, obligarme a soltar mi dolor, mi cuerpo, mis sentimientos.
Así y todo, sólo podía dormir dos horas cada noche. Despertar semanas tras
semanas, mes tras mes, en la mitad de la noche sobre un charco de agua en el
colchón.
¿Qué hacer con este dolor? ¿Alguien puede elegir el papel que ocupa en una
tragedia? Cuando una ola en la playa empuja a un nadador lejos de la costa o
contra las piedras, no hay opciones. La ola no pregunta. Te tira.
Hace unos años pensé de que era tiempo de dar un paso, que consistió en
pasar de ser una víctima a ser un testigo. Entendí que es uno quién tiene
que dar un testimonio para mantener viva la memoria. Los muertos no pueden.
La victima puede ser una imagen congelada del sufrimiento. Que se encuentra
atrapada en un pozo, sin encontrar la salida, en un círculo vicioso que se
retro-alimenta.
Ser testigo fue un paso adelante que me permitió salir de esa trampa y
caminar. No enfrenté a la bomba. Era inútil. No debo hacer frente a un
fantasma. Me hice cargo de lo que pasó, la acepté y la sumé a mi mochila.
Cuando digo caminar, estoy diciendo mirar hacia adelante, pero con la actitud
del montanista, que camina cuatro pasos hacia arriba, pero cada cuatro pasos
mira hacia abajo para mantener la referencia. El testigo da un testimonio por
los que no pueden hacerlo.
Pasaron días, semanas, meses, años y sabemos lo mismo que al principio.
Lo que ocurrió nos atravesó a quienes estuvimos allí, lo llevamos puesto
como para no olvidarlo.
Todavía esperamos saber quienes fueron los responsables materiales y políticos,
quienes fueron los que no titubearon en hacer estallar esa casona en el barrio
norte de la ciudad sin importarle la muerte de sus propios compatriotas.
Acaso nos cruzamos con ellos más de una vez por la calle, sin saberlo.
* Jefe de Prensa de la embajada de Israel en Argentina al momento de su
voladura, el 18 de marzo de 1992 (aquicohen@gmail.com)
http://www.gacetamercantil.com/notas/48611/acaso-nos-cruzamos-ellos-jorge-cohen.html
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