Los gauchos judíos
Por su parte, el representante del
Barón Hirsch, el científico judeo-alemán Wilhelm Loewenthal, trató un
vasto proyecto con el presidente argentino, Carlos Pellegrini, y también
con terratenientes privados, a fin de negociar la adquisición de la
impresionante superficie de ¡3.250.000 hectáreas! Sin embargo, estos
planes grandiosos de colonización no pudieron realizarse en los
territorios nacionales del norte del país. A pesar de no haberse cumplido
las previsiones del Barón de asentar a centenares de miles de colonos
judíos,
durante los primeros cinco años de existencia de la JCA el sueño utópico
tomó cuerpo en proporciones más humildes: se levantaron cinco grandes
colonias en las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, con
una superficie total de 200.619 hectáreas, donde se asentaron 6.757
colonos, con sus familias, en 910 chacras. Éste era el balance de la
mayor utopía agraria judía en América Latina en 1896, apenas un año
después de que Gerchunoff abandonara la colonia Rajil, en la provincia de
Entre Ríos, para empezar su carrera de escritor en la cosmpolita Buenos
Aires de fin de silo. Tres años después de publicado Los gauchos judíos,
la obra "utópica" de la JCA se extendía hacia los confines de
la pampa húmeda con el establecimiento de colonias en el territorio
nacional de La Pampa, sur de la provincia de Buenos Aires, norte de la
provincia de Santa Fe y en la de Santiago del Estero. Más de 18.900 almas
vivían de la producción de las chacras y un número adicional de peones,
que en 1910 había alcanzado a 7.000, trabajaban en tareas agrícolas con
la esperanza de llegar a ser colonos propietarios. La superficie total de
tierras argentinas compradas por la JCA para colonización judía pronto
llegaría a superar las 600.000 hectáreas.
Los gauchos judíos, publicado en 1910, fue la primera gran
expresión literaria de la utopía rural americana de los judíos que huían
de la opresión zarista. El libro de Gerchunoff se adelantó a otras obras
importantes sobre la Tierra Prometida que mataforizaba el espacio recreado
en la alteridad y en la delimitación de la diferencia del nuevo
territorio donde instalar la utopía. Gerchunoff eligió las colonias judías
de la provincia de Entre Ríos para escribir sobre esa tierra, mucho antes
de que la utopía espacial latinoamericana fuera narrada por los
brasileros Jorge Amado en Los caminos del hambre y Graca Aranha en Canaán,
o que el cubano Alejo Carpentier emprendiera el viaje iniciático por los
rincones ocultos de la selva en Los pasos perd.