Atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires, Argentina

“Justicia, no venganza”

Este es un momento donde tomo conciencia del vacío de las palabras: dolor, muerte, miedo,

Salvajismo, a partir del martes 17, deberían tener otro significado.

Es casi inútil rescatar sentimientos cuando el silencio de la muerte se abate, una vez más, sobre nuestros corazones.

Me he preguntado, a lo largo de estas infinitas horas, cuales son los términos más adecuados para dar sosiego y paz, una paz que se torna casi imposible cuando se debe consolar a padres, hijos, hermanos, amigos…todos.

Hoy, a la madrugada, acompañando dos ataúdes marcharon ocho huérfanos hacia Israel. Muy probablemente ellos, por sus edades, nunca alcancen a comprender lo que el hombre es capaz de hacer a otros hombres. Si sabrán que ya sus madres no estarán esperándolos a la vuelta de sus escuelas, ni compartiendo sus pesares y alegrías. Todos somos responsables en el hoy y en el futuro de estas criaturas.

Es probable que no tengamos respuestas ya que la pregunta, el terrible por qué?, es más fuerte que cualquier expresión de repudio, que cualquier intento de explicación al odio ciego, frente a la irracionalidad.

Murieron víctimas inocentes: transeúntes, obreros, ancianos, un sacerdote, nuestro personal, nuestros amigos parte de nuestras familias. Y aún se sigue en la búsqueda: una búsqueda que tiene una sentido totalizador: el hombre sigue buscando al hombre.

Más allá del invalorable gesto de la sociedad argentina, quiero destacar el papel del voluntario, unido al bombero, policía, personal de Defensa Civil, médicos, enfermeros… y también al que simplemente se acercó al vallado a decir una oración y rogar por su salvación.

Todos ustedes, hombres todos, están muy cerca de nuestros corazones. Y, en medio de tantos corazones. Y, en medio de tantos y tantos interrogantes, algunas cosas me han quedado claras: el pueblo judío no necesitaba demostrar su unidad. Cada uno es responsible por todos, y, esto, una vez más, ha quedado reflejado en la solidaridad de esta hora de angustia y dolor generalizado.

Buscamos la paz. No es terreno común decirlo en medio de esta hecatombe.

Buscamos justicia, no venganza. Esto como todo crimen de lesa humanidad tiene sus responsabilidades. Y no dejaremos que queden impunes.

Buscamos comprensión: cuando los acontecimientos superan nuestras fantasías debemos asirnos a la fe; fe inquebrantable de valores primeros: el hombre y su capacidad creadora encima de los prejuicios, la discriminación, la persecución y el odio.

Las puertas de la Embajada de Israel en Argentina continúan abiertas. No se han cerrado ni aún cuando el estruendo conmovió sus más íntimas estructuras. La Embajada de Israel es mucho más que una dirección física.

La sociedad toda demuestra que cada uno sufre los mismos dolores y condena los mismos hechos.

Este atropello salvaje nos ha herido en nuestra condición de humanos. Y tenemos conciencia de que hay una labor por hacer.

Ese es nuestro compromiso con los que hoy no están. Esa es nuestra lucha hacia el porvenir.

Palabras pronunciadas por el Sr. Itzhak Shefi,

Embajador de Israel en Argentina, el 19 de marzo de 1992

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