Tradición bajo la lupa
El historiador italiano Enzo Traverso reflexiona sobre el papel del
pensamiento judío occidental y su actual giro conservador
Por Cecilia Macón | Para LA NACION
Hay libros -muchos- que resultan disruptivos a fuerza de plantear teorías
imprevisibles. Otros -muy pocos- lo logran abriendo de manera sutil, y no
menos arriesgada, cuestiones que algunos prefieren considerar cerradas. El
fin de la modernidad judía. Historia de un giro conservador, del historiador
italiano Enzo Traverso, es uno de esos pocos. A contracorriente de las
lecturas dicotómicas, el autor problematiza el modo en que durante las
últimas décadas la tradición judía encaró un giro conservador que diluyó una
matriz generadora de pensadores tan heterodoxos como Walter Benjamin,
Sigmund Freud o Karl Marx. ¿Cuál es el camino que va de Franz Kafka a Henry
Kissinger? ¿O cuál -para usar una pareja menos heterogénea- el que va de
Émile Durkheim a Leo Strauss? Como bien aclara Traverso -actual profesor de
la Universidad de Cornell y autor de textos cruciales como La historia
desgarrada. Ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales (2001)-, su interés
en este enigma no se origina en la vocación por la historia judía en sí
misma, sino por reflexionar sobre su papel como síntoma de la historia del
mundo. Que el antiguo ?pueblo paria' se haya transformado en una minoría
protegida en un contexto en el que el antisemitismo, aunque persistente,
dejó de ser una fuerza movilizante forma parte de un proceso con efectos
radicales sobre la reflexión teórica y la política en general.
Lo que Traverso entiende como "modernidad judía" se refiere al modo en que
entre 1750 y 1950, con la emancipación que otorgó ciudadanía a los judíos en
Europa, se produjo un despliegue cultural y político único en la
colectividad. Es durante ese período en que la judeidad se planta, como
consecuencia del exilio, en espacio generador de la idea de cosmopolitismo.
Los judíos prefiguraron de ese modo la globalización capitalista pero
también fueron sus agudos críticos. El origen paradójico fue el propio
antisemitismo que los llevó a simpatizar con otros oprimidos. Durante el
siglo XIX la reacción antimoderna desplegó el antisemitismo por un motivo
central: el judío encarnaba la abstracción de la modernidad -las ciudades,
el mercado, las finanzas, la prensa-. Esa misma marginación de los judíos
los forzó a pensar contra el poder, la dominación y las ortodoxias
estimulando su creatividad: el "paria judío" de Hannah Arendt o el
"extranjero" de Georg Simmel expresan un humanismo derivado de la falta de
derechos, de la exclusión política. El capítulo dedicado a Hannah
Arendt -una figura conflictiva para parte de la tradición judía pero también
para todo el pensamiento político- es uno de los más brillantes. Traverso
capta aquí esa zona profundamente desafiante que contiene el pensamiento de
la autora de Los orígenes del totalitarismo: inconformista, a fuerza de
ubicar su mirada en los intersticios. Traverso no deja de ser crítico hacia
ciertos argumentos de Arendt, pero el modo en que rescata la incomodidad de
esa judía que no pudo ser ni sionista ni antisionista pone en escena toda la
densidad de ese período por el que parece sentir una justificada nostalgia.
Ante esa riqueza indiscutible fue a partir de la década de 1950, asegura
Traverso, cuando el judaísmo dejó a un lado esa tradición. Hay excepciones
(Judith Butler, Jacques Derrida, Noam Chomsky) pero la reinvención por parte
de Israel de la cuestión judía bajo una forma estatal y nacional junto a la
memoria del Holocausto transformada en religión civil que sólo acepta
actores políticos definidos como víctimas legitimaron el giro conservador.
Un giro que acompaña la transición de la judeofobia hacia la islamofobia. En
cada línea, el autor de El pasado. Instrucciones de uso (2007) sabe evadir
los golpes de efecto y las simplificaciones que suelen acompañar a las
objeciones al papel contemporáneo del judaísmo. La riqueza de sus argumentos
consiste en respetar aquel espíritu perdido del judaísmo moderno.
El fin de la modernidad judía
Enzo Traverso
Fondo de Cultura Económica
Trad.: Gustau Muñoz
238 páginas

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