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CASO AMIA
Stiuso y la SIDE, detrás de la investigación por el
atentado a la AMIA
Por
Luis Moreno Ocampo |
Agentes de inteligencia formados en la dictadura, condenados por torturas y
amigos de los sospechosos fueron los investigadores de la AMIA.
En
diciembre de 1995, Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto y Premio Nobel de
la Paz, visitó la Argentina y dijo que la investigación de la AMIA carecía de
profesionalismo y decisión. Veinte años después, el juicio a algunos de los
responsables de esa investigación puede servir para alumbrar las causas del
problema. Creo que las deficiencias de la investigación de la AMIA muestran una
crisis sistémica que va a afectar a cualquier investigación compleja que se
realice en la Argentina.
El ataque a la AMIA en 1994 fue un “pogrom” moderno.
“Pogrom” significa una masacre organizada de un grupo étnico; es una palabra de
origen ruso que se utiliza generalmente para describir los ataques en contra de
grupos judíos por las comunidades no judías muchas veces apoyadas por las
autoridades locales y que fueron comunes durante la Rusia zarista y en otros
lugares de Europa. El caso de la AMIA nos mostró una forma moderna de “pogroms”:
una acción conjunta de grupos internacionales en complicidad con socios locales.
Se considera que miembros de Hezbollah y del gobierno iraní estuvieron
involucrados en el atentado apoyados por grupos locales.
Una sospecha obvia e inmediata
era que grupos vinculados con el terrorismo de estado implantado por la
dictadura militar o los grupos vinculados con la triple A de López Rega hubieran
prestado apoyo local al atentado.
El juicio a realizarse va a
mostrar que la investigación quedó a cargo de agentes de la SIDE entrenados
durante el gobierno militar. Que el Capitán Vergéz, condenado por torturas y
amigo del principal sospechoso, evitó investigar a quienes habían utilizado el
vehículo que portaba la bomba.
Se considera judicialmente
probado que “el 18 de julio de 1994, aproximadamente a las 9:53 de la mañana, un
vehículo Renault Camioneta Traffic, conducido por una o más personas cuyas
identidades se desconocen, se aproximó hasta la puerta del edificio de la calle
Pasteur 633 y tras subir a la acera detonó la carga explosiva que llevaba en su
interior estimada en su equivalente a TNT entre 300 y 400 kgs. provocando un
estallido que produjo el colapso de la parte delantera del edificio, daños de
diversa índole en un radio aproximado de 200 metros y, como consecuencia, el
fallecimiento de 85 personas, y lesiones al menos a 151 individuos”.
El motor de ese vehículo
figuraba a nombre de Carlos Alberto Telleldín, ese era el único indicio para
investigar la conexión local.
Horacio Stiuso, que ingresó a
la SIDE en 1970 y trabajó allí durante toda la dictadura, la gestión de los
presidentes Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de La Rúa, Néstor Kirchner y
Cristina Fernández de Kirchner, estuvo involucrado desde el comienzo con la
investigación de la AMIA.
Stiuso declaró ante los jueces
que se envió una comisión de la SIDE y otra de la Policía Federal al domicilio
de Telleldín, que esos agentes permanecieron en ese lugar durante 48 horas, que
desde allí entablaron diversas comunicaciones telefónicas con Telleldín, quien
se encontraba en Posadas y se entregó al día siguiente. El contenido de esas
negociaciones no se registró. Con el argumento de que no tenían orden de
allanamiento, los funcionarios de la SIDE no revisaron la vivienda hasta dos
días más tarde, cuando secuestraron disquetes, rollos fotográficos y unos
videocassettes que quedaron registrados en un acta pero que nunca se
incorporaron a la causa judicial.
La SIDE contrató para
“investigar” a Héctor Pedro Vergéz, quien se reunió con Telleldín durante su
detención en por lo menos tres oportunidades. ¿Quién es Vergéz? En 1976 y con el
grado de Capitán había sido el Jefe del Grupo Operaciones Especiales que actuaba
en el campo de detenciones conocido como “La Perla” en Córdoba bajo el comando
del General Menéndez. Por el desempeño de ese rol esta siendo juzgado por los
delitos de privación de libertad, tormentos, sustracción de menores y
homicidios. Además, Vergéz ya ha sido condenado por los delitos de privación de
libertad y tormentos cometidos en 1977 durante su desempeño en el Batallón de
Inteligencia 601 en la ciudad de Buenos Aires. ¿Cuál es el criterio de la SIDE
en 1994 para designar a Vergéz en la investigación de la AMIA?
Vergéz reconoció que había tenido “una importante
amistad con el padre” de Telleldín. Es notable que ese es el argumento utilizado
por la SIDE para justificar su contratación. ¿Quién es Telleldín padre? Raúl
Pedro Telleldín fue un suboficial del Ejército, que en 1975 fue designado jefe
de la División Informaciones de la Policía de Córdoba, rol que lo vinculaba al
entonces Capitán Vergéz. Telleldín hijo confirmó que conocía a Vergéz porque
había trabajado con su padre en la Policía de la Provincia de Córdoba. La Voz
del Interior considera que Telleldín padre y Vergéz eran miembros del llamado
Comando Libertadores de América y que ese grupo habría dinamitado las rotativas
del ddiario el 23 de enero de 1975.
Si el pasado criminal de
Vergéz como oficial de inteligencia no hubiera sido suficiente para excluirlo de
la investigación de la AMIA sus vínculos personales con Telleldín padre e hijo
lo debieran haber inhabilitado. Las sospechas de que el padre de Telleldín
realizaba atentados con dinamita no pueden utilizarse como prueba judicial
contra su hijo pero su relación con Vergéz es una prueba más de que el objetivo
no era investigar la conexión local sino encubrir a sus miembros. Para ello se
desvió la investigación hacia los oficiales de la Policía de la Provincia que
hacían negocios de autos robados con Telleldín. Fue precisamente Vergéz quien
introdujo en la causa esa relación de Telleldín con los miembros de la Brigada
de Lanús.
El juicio a realizarse decidirá sobre la
responsabilidad individual de algunos de los involucrados en el encubrimiento de
los responsables del atentado a la AMIA pero creo fundamental incluir en el
debate público el tema de cómo organizar nuestro sistema de inteligencia, de
investigación y judicial. La AMIA no fue un caso excepcional sino una muestra de
que nuestro sistema de investigaciones protege a los responsables de los
crímenes más graves y garantiza su impunidad.
(*) Luis Moreno Ocampo es exfiscal del Juicio a la Juntas y de la Corte Penal
Internacional / Docente del Certificado en Toma de Decisiones en Casos
Internacionales, donde se discute, entre otros casos, la investigación de la
AMIA. Informes 0810-555-0202 /
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