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La verdadera historia de la captura de Eichmann, el nazi más buscado
El
espionaje alemán tenía informes de Eichmann en Argentina desde 1952, ocho antes
de que fuera secuestrado en Buenos Aires por el Mossad israelí.Fritz Bauer, el
alemán que luchó por juzgar a los criminales nazis
JULIO MARTÍN
ALARCÓN@Julio_M_Alarcon
29/04/2016 23:22El nazi más buscado después de la
caída del Tercer Reich en 1945 fue localizado y secuestrado en Argentina por el
Mossad, el servicio secreto de Israel en 1960. O al menos así se dio a conocer
entonces, cuando las autoridades israelíes publicitaron la captura del teniente
coronel de las SS, responsable de las deportaciones en trenes de millones de
judíos a los campos de exterminio. Los detalles comenzaron a desgranarse con los
años conformando un relato novelesco con ingredientes melodramáticos de
telefilm: a Eichman lo localizaron porque su hijo Klaus se enamoró en Buenos
Aires de Silvia Hermann, cuyo padre había emigrado huyendo de la persecución de
los judíos a finales de los años treinta.
Lo localizaron porque su hijo Klaus
se enamoró en Buenos Aires de Silvia Hermann, cuyo padre había emigrado huyendo
de la persecución de los judíos
Klaus y Silvia mantuvieron una relación
amorosa hasta que su padre, Lothar, sospechó de los orígenes de su compatriota y
descubrió la verdadera identidad de Ricardo Klement: Adolf Eichmann. Lothar
enviaría a su hija posteriormente a estudiar al extranjero -con gran sacrificio-
para apartarla de la familia nazi. El primero en desvelar el origen de la
identificación de Eichmann en Argentina, las revelaciones de Lothar y el papel
de Fritz Bauer fue Michael Bar-Zohar en su obra The Avengers (1967), tal y como
investigó la historiadora alemana Bettina Stangneth.Más tarde sería el propio
Issel Harel, el jefe del espionaje israelí cuando se produjo la captura de
Eichmann, el que acabaría de dar forma a la historia en su libro La casa de la
calle Garibaldi: La captura de Adolf Eichmann (1975).
La antigua cruz gamada
proyectaba otras sombras: el jefe de la BKA -la policía criminal alemana-, Paul
Dickopf, lo había sido también de la Gestapo
Pero era sólo el principio de la
densa madeja. Lo que se empezaba a conocer era que Fritz Bauer, el jurista judío
que había luchado en su país por derribar el muro de silencio que había
levantado el canciller de la nueva República Federal de Alemania, Konrad
Adenauer, dio con el más anhelado de sus desvelos: una carta desde Buenos Aires
de Lothar Hermann confirmando la identidad de Adolf Eichmann. Era una
personalidad importante del Reich, porque estuvo directametnte bajo las órdenes
de Reinhard Heydrich, uno de los arquitectos del Holocausto junto a la máxima
autoridad de las SS, Heinrich Himmler y el propio Adolf Hitler.Las dudas de
IsraelLo que no había trascendido cuando Israel abrió con el juicio de Eichmann
en Jerusalén la caja de la barbarie nazi olvidada con el paso de la Guerra Fría,
fue que el Mossad llegó a Eichmann gracias al fiscal alemán, quién traicionó a
su país al facilitar información confidencial a un estado extranjero. Tampoco
que los agentes israelíes hubieran desechado por dos veces que el hombre que
señalaba Lothar Hermann fuera Adolf Eichmann y que, durante algún tiempo, fuera
buscado en El Cairo. Harel envió a uno de sus veteranos agentes, Ephraim
Hofstaedter, para que interrogara a Lothar y averiguara la verdad sobre las
revelaciones hechas a Fritz Bauer por carta. Su primer encuentro fue un golpe
duro de digerir. Hofstaedter descubrió en Buenos Aires que Lothar estaba ciego:
el testigo que decía haber identificado a Eichmann, ni siquiera veía.
Los
agentes del Mossad llegaron a la conclusión de que el ocupante de la casa en la
calle Garibaldi era Francisco Schmidt no Ricardo Klement. Schmidt era el dueño
de la vivienda, pero no su inquilino. Lothar estaba en lo cierto, pero sus
pruebas no convencieron a los israelíes, mientras que Bauer, que no dudó de
Lothar durante la investigación, siguió insistiendo en que Klement era la
identidad falsa bajo la que se escondía Adolf Eichmann.La antigua cruz gamada
proyectaba otras sombras: el que sería jefe de la BKA -la policía criminal
alemana-, Paul Dickopf, había pertenecido a las SD, el servicio de inteligencia
de las SS, Reinhard Gehlen, el jefe de los servicios secretos alemanes (BND)
durante la etapa de Adenauer, había sido máximo responsable del espionaje nazi
en el Frente Oriental y el propio jefe de la cancillería, Hans Globke, tenía
también un pasado salpicado en las consignas del Reich. Naturalmente, Fritz
Bauer, que iniciaría el primer proceso en Alemania contra los responsables de
Auschwitz era consciente de los obstáculos que encararía en Alemania.Un secreto
a vocesLo más grave, sin embargo, es que mientras el Mossad y Bauer realizaban
toda clase de pesquisas respecto a Eichmann, el servicio secreto alemán lo tenía
localizado desde al menos seis años antes. El documento, al que tuvo acceso un
agente de la CIA de EEUU era una ficha desde 1952 sobre las actividades de
Eichmann en Argentina, en el que añadía que se podía obtener su dirección a
través de Eberhart Frisch, dueño de la revista bonaerense 'Der Weg'. El informe,
según Stangneth, explicaba, además, cómo Eichmann había llegado a Buenos Aires
vía Roma con el nombre falso de Klement. Se pidió a la embajada alemana en
Argentina que reportara cualquier información sobre él, pero no se pronunciarían
hasta después del secuestro por parte de los agentes israelíes.
El 'milagro
alemán', la amenaza soviética y el nuevo orden mundial, con EEUU a frente del
bloque capitalista, habían enterrado al nacionalsocialismo, hasta que Ben Gurion
lo llevó al primer plano de la actualidad mundial con el juicio televisado de
Eichmann en Jerusalén. Las víctimas y los testimonios del horror en los campos
emergieron de nuevo en un desfile de testigos que, en muchos casos, no tenían
estrictamente nada que aportar a la causa criminal contra Adolf Eichmann, como
explicaría Hanna Arendt en su controvertida obra Eichmann en Jerusalén. La
banalidad del mal. Las autoridades alemanas se negaron a pedir la extradición de
Eichmann, algo inusual puesto que se trataba de un ciudadano alemán, y una buena
parte de sus crímenes se habían cometido en su territorio.Sigue sin conocerse
con exactitud cómo los israelíes pudieron confirmar con una segunda fuente la
identidad de Eichmann en Argentina para decidirse a secuestrarlo. La información
que ya obraban en manos de la BND y la CIA revelaba que Klement no era ningún
fantasma y pudieron obtenerla de alguno de los exiliados alemanes del circulo de
Buenos Aires. A fin de cuentas era un secreto a voces para la pequeña comunidad
de la inteligencia, que en Alemania, salvo excepciones como la de Fritz Bauer,
no quisieron escuchar.
http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2016/04/29/5723ce1746163faa578b462f.html
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